El descenso del número de feligreses en las parroquias de Canadá ha sido notable en los últimos años. Mientras que en la década de los 90, más del 90% de la población asistía a misa con regularidad, en la actualidad tan solo lo hace un tímido 5%. Esto ha llevado a los canadienses, en un alarde de originalidad, a reconvertir muchos de sus templos.